La modernidad ha traído consigo ciertas
consecuencias negativas sobre la mujer. Ahora son presas de las arrugas y están
constantemente a dieta. Sin tiempo para sí mismas ni para su pareja, se encuentran al borde del divorcio a los cinco años de casarse. Todo ello bajo la insoportable presión social de que no son nunca son lo
bastante delgadas, bellas, buenas madres o buenas esposas.